Hacía mucho tiempo que quería hacer este programa. Significaba personalmente un reto para llevar al lenguaje radiofónico.Para esta cita hemos trabajado muy duro para intentar componer y recopilar la máxima información de los hechos ocurridos en 1975 en el “Cortijo los Galindos” en Paradas (Sevilla).
Este programa no habría sido posible sin la complicidad de dos grandes invitados. Por un la do mi buen amigo D. Antonio Gozalvez Escobar, jefe de la sección territorial del Cuerpo Nacional de Policía, el cual, desde una primera hora captó el reto de contar este enigma, aportando tanta información como fuera posible.
"Tenemos que tener muy presente el momento de nuestra historia en el que ocurrió el crimen. Los cuerpos y fuerzas de seguridad hicireron el mejor trabajo que se podía hacer contando con aquellos precarios medios..."
Por otro lado al Catedrático D. Francisco Pérez Abellán, el cual, en su criterio y análisis brindó una perspectiva absolutamente necesaria para dimensionar este crimen. Un caso en el que él mismo ha invertido años de investigación.
En el “Cortijo los Galindos” murieron cinco personas una calurosa tarde del veintidós de Julio de 1975, en unas circunstancias difíciles de entender.
"Todos los cadáveres aparecen cerca de la paja o envuelto en paja. Esto hace pensar que los asesinos intenta a toda costa eliminar huellas. Sin duda no fue en ningún caso un crimen realizado a la ligera..."
Sobre Las 16,30 h del día 22 de Julio de 1975, el bracero Ramón Parrilla González, que trabajaba en el cortijo de los Galindos, percibió olor a quemado, marchando, de inmediato en dirección al cortijo , ante la sospecha de que, dado en inmenso calor reinante, se debía haber producido un incendio (aquel día se alcanzaron los 50ºC en el pueblo de Paradas).
Unos veinte minutos mas tarde, el también trabajador de la finca Antonio FENET, de 36 años, al percatarse no sólo del olor sino de hecho de ver salir humo “muy negro”, saliendo del cobertizo donde se guardan los tractores, a donde se dirige sin demora, encontrándose el espectáculo de dos cuerpos calcinándose entre llamas, provocando un olor tan fuerte y desagradable, que le hace vomitar. Dada la voz de alarma, acuden otros trabajadores, siendo Antonio Fenet y Antonio Escobar, quienes se trasladan de inmediato al Cuartel de la Guardia Civil de Paradas, haciéndose cargo el Cabo, comandante de puesto, Raúl Fernández, quien en unión de un Guardia se trasladan al Cortijo en un Land-Rover del Cuerpo, cuando consiguen calmar un poco y entender lo que Antonio Fenet les cuenta, y que precisa ingerir “un botijo” entero de agua, antes de poder articular algo medianamente inteligible
Una vez en el lugar, los trabajadores, que han conseguido apagar el fuego, muestran los dos cadáveres semicalcinados, señalando las sospechas de que pudieran tratarse del matrimonio compuesto por José González Simón, tractorista, su esposa Asunción Peralta Montero, significando que, esta última NO TRABAJA EN LA FINCA, ni hay razón conocida que justifique su presencia en el lugar, ese día y a esa hora. Además, hay que consignar, que llego a discutirse sobre si los cadáveres pertenecían al matrimonio o a “dos hombres”, pues tal era el estado en que se encontraban, máxime cuando al cuerpo de Asunción Peralta Montero, LE FALTABA LA CABEZA...
En este estado de cosas, aparece una perrilla, propiedad del capataz de la finca, que estaba “como loca”, y que presentaba las patas y el abdomen manchado en algo que, inequívocamente era sangre coagulada, y que condujo a los sorprendidos espectadores hasta la vivienda de los capataces, donde se observan manchas de sangre, regueros y señales de arrastre, que se pierden ante una puerta, cerrada con un candado y que conduce al dormitorio de los guardeses. Forzada la puerta, y yaciendo sobre la cama, aparece el cadáver de Juana Martín Macías, quien presenta el cráneo literalmente “machacado” –el cabo diría más tarde que le pareció una mascara de goma- presentando fracturas en todo el rostro……no obstante lo cual, le han lavado el rostro y tapado como si durmiera.
Poco después, o mejor dicho, mientras se examinaba el dormitorio donde apareció Juana, un trabajador descubre, bajo unas balas de paja, en una zanja junto al cuarto árbol, en el camino que conduce al cortijo, el cadáver de Ramón Parrilla González, de 40 años, que presenta varios disparos de arma de caza, concretamente uno en la espalda, efectuado en el mismo lugar en el que cayó herido de muerte, y con el que le remataron.
Llegados a este punto, decir que se dieron un cúmulo de anómalas circunstancias para que Antonio Jiménez, el Juez de Paz de Paradas jubilado hace unas semanas, iniciara las primeras diligencias, levantara los cuatro primeros cadáveres y los enviase al cementerio, distante medio kilómetro del pueblo, donde el sepulturero Rafael Peña, que se encontraba el día de autos viendo un partido de fútbol en el pueblo cercano de Arahal, hubo de ser llamado con urgencia, para que se hiciera cargo de los primeros cuatros cuerpos, que fueron enterrados en nichos individuales una vez que el forense Alejandro Harcenegui concluyera las autopsias. Dicho Juez, y Cabo de la Guardia Civil, que JAMAS, se habían visto en otra, ni por asomo, y a la vista de que falta un individuo, cuyo testimonio se estima vital, para aclarar lo sucedido, y que no aparece, deciden decretar BUSCA Y CAPTURA contra Manuel Zapata Villanueva, capataz de la finca y marido de Juana Martín Macías, exguardia civil y exlegionario, sobre quien, en principio, recaen las sospechas sobre la posible autoría de los hechos.
Habrían de pasar TRES DIAS, y de nuevo la ayuda de la perra, propiedad de Manuel Zapata, quien de manera reiterada olisqueaba y gemía, escarbando unas balas de pajas, situadas en la trasera de la casa, donde se halló el cadáver, ya en descomposición de Manuel Zapata Villanueva, quien curiosamente, había sido el primero en morir, y curiosamente también, con la misma pieza metálica de una empacadora (un “pito”) utilizada contra su mujer, Juana.
Se cierra así el cúmulo de CINCO ASESINATOS, que conmocionó, y aun conmociona la historia negra de España.
Gracias a D. Antonio Gozávez y D. Francisco Pérez por el cariño y complicidad con "La otra mirada". A ellos dedicamos este programa.